Un foco de luz que absorbe intensos rayos de energía, en medio aparece una sonrisa radiante: ¡Es Selam¡
La energía lumínica se difumina a través del espacio circundante, llenándolo todo de claridad. Pero del foco central, más denso, empiezan a brotar serpientes de cabello, que crecen y se mueven constantemente.
Todo flota en el agua, y las serpientes arrastran a Selam arriba, sin cesar. Parece una medusa que armoniosamente busca una salida, flotando en un mar encerrado en una gigantesca cápsula de cristal.
Selam tropieza con fuerza contra la pared cristalina, y ésta se rompe como un cascarón. Afuera se vislumbra una playa desierta, de aguas transparentes y una arena extraordinariamente fina.
Selam salta al exterior transformada en una joven alargada, y con su crecida “medusa” por cabeza. De repente aparece un cuerpo que se abraza a Selam; ella se gira y camina hacia la figura masculina, le coge la mano y se alejan hacia el horizonte. Una breve mirada hacia atrás parece indicar una despedida. Cuando ya creo que no volverán, regresan y nos dan un abrazo; nuestros cuerpos se desintegran a la vez que giran vertiginosamente, hasta transformarse en arena, en nada.
Del suelo nacen extrañas plantas de colores, que van creciendo hasta transformarse en robustos árboles de copa gigante. El viento azota el nuevo bosque hasta conseguir desprender miles de hojas que se transforman en polen que se disemina por el espacio. Cuando el polen empieza a caer, lo hace en forma de edificios transparentes que se van materializando. Aparecen los rascacielos….
Texto de Pepe Sanchís "El Soñador"
Pintura de Javier Gay "El Insomne"
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