Paseándo por el Bosque del Rodeno, cerca de Albarracín, un Ent alargó su seca y crujiente rama, y atrapó fuertemente a Nicolás. El ruidoso y peleón niño, jugaba a luchas de caballeros entre la maleza, con su amigo Daniel Boone, y al tratar de arrancar un brazo-rama para hacerse un espadón, se zafó de milagro del sorpresivo zarpazo troncoso, forzejeando hábilmente por ser un experto escapista. Pero el viejo guardián del bosque ya no cerrará sus perennes ojos hasta que este malandrín crezca un poco más, y solo pasée observando los añudos habitantes sin intentar más arboricidios.
Fotoilustración de Javier Gay.